El hombre busca la felicidad, pero, quizás no sepa muy bien qué es y dónde está. De modo que, unos la buscan en el dinero; otros en la salud y sentirse bien; otros en el éxito y la fama y otros en las satisfacciones y placeres. Sucede que todos se equivocan, pues en esas cosas no está la verdadera felicidad.

La felicidad que buscamos debe cumplir la condición de eternidad. Porque, de no ser así no es felicidad plena. Por tanto, siendo todas las cosas de este mundo caducas, la única felicidad, Señor, está en Ti. Tú eres el Creador de todo lo visible e invisible. Tú eres el Amor y la plenitud eterna.

Por eso, Señor, te doy gracias. Porque, por medio de tu Hijo Jesús nos anuncias la Buena Noticia de Salvación y Felicidad Eterna. Tú, Señor, eres el Camino, la Verdad y la Vida y con tu Vida y Obras nos señalas ese Camino que, junto a Ti, nos lleva a la felicidad eterna que buscamos. Amén.