La ceguera no se limita solamente a la de los ojos. Hay cegueras espirituales mucho más profundas que nos impiden ver. Nuestra soberbia, ira, envidia, egoísmo y, en resumen, nuestros pecados, nos ofuscan y levantan barreras infranqueables que nos impiden ver.
Mis miedos, mis inseguridades, mis egoísmos y muchas cosas más me ocultan impidiéndome ver el verdadero rostro de Xto. Jesús. Necesitamos despojarnos de todas esas dificultades que cierran nuestros ojos – físicos y espirituales – al encuentro con el Señor.
Aprovechemos este tiempo de Adviento – para poder ver al Mesías - para acercarnos al Señor y descubrirle en los pobres y más necesitados. En eso consiste este hermoso tiempo de Adviento. Un tiempo que nos ayuda a acomodar nuestro pobre corazón para que se aloje en él nuestro Niño Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.