
El eterno problema del sábado y su cumplimiento se presenta en nuestras vidas. Y nosotros lo reconsideramos según las conveniencias de cada momento. Cada cual trata de adaptar la ley a su conveniencia independientemente de lo que pueda afectar a los demás.
No importa la persona, sino la ley que manda y somete. Todo al revés. Un mundo creado para el hombre – para su disfrute - y para amar, se convierte por el mismo hombre en un mundo donde el hombre se pone a su servicio dejando de ser el centro del mismo.
El resultado es que se le da la espalda a Dios. El hombre, como Adán, desobedece la Voluntad de Dios y se erige en administrador de todos los bienes que ha recibido, pero que utiliza de forma egoísta y para provecho propio.
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