martes, 13 de abril de 2021

 

A lo largo de nuestro camino padecemos muchas picadas malignas que nos alejan del Señor. Mordidas de soberbia, de poder, de suficiencia, de egoísmo y de muchas formas que nos separan y alejan de vivir en la Voluntad de nuestro Señor.

Ser santo es vivir en esa actitud perseverante de peregrinar en la Voluntad del Señor. Es esa actitud perseverante de no apartarnos de sus mandatos y de vivir según su Palabra y Voluntad. Luego, ¿qué nos ocurre? La serpiente, el Maligno, nos muerde y trata de apartarnos del Señor.

Igual que el pueblo elegido miró la serpiente elevada en un estandarte por Moisés para sanar, también nosotros tenemos que levantar la mirada hacia la Cruz, signo, no de dolor y sufrimiento, sino, ahora, signo de gloria y salvación. La Cruz nos salva y no renace haciéndonos nuevo.

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