Sería absurdo preguntarnos si realmente queremos salvarnos. La respuesta sería categóricamente afirmativa. Sin embargo, nuestra manera de actuar y comportarnos dice lo contrario. No es coherente con nuestros deseos de felicidad. Algo falla dentro de nosotros y nos desvía del camino verdadero.
Llegada la hora de juicio final, el sentido común nos lo descubre, nuestra salvación o condena dependerá de nuestro obrar libre con y por amor misericordioso. El mismo que recibimos de nuestro Padre Dios. Ese será el contenido y la sustancia de nuestro juicio final.
De modo que, tú mismo sabes la medida de tu propio comportamiento. Tu ser y obrar de cada día te descubrirá la medida de tu servicio y amor a los demás, y de eso darás cuenta a la hora de tu juicio. Es decir, tú mismo te juzgará, y de ti dependerá que sea un juicio salvador o condenatorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.