El Reino de Dios está dentro de ti y nace en ese instante, esa hora, en la que tú has decidido abrirle la puerta de tu corazón a la Palabra de Dios. Tu vida, sembrada ya esa semilla, empieza a crecer y a madurar hasta dar frutos.
Frutos de verdadero amor que te llenan de alegría y felicidad. Es la presencia del Reino que se manifiesta desde lo más profundo de tu corazón, y, aunque camines por cañadas oscuras y tenebrosa, tu paz y tu alegría es grande porque sabes que vas con el Señor.
Por lo tanto, no busques el Reino fuera de ti, porque está en ti. Y búscalo en las cosas sencillas y humildes de cada día. En tus actos de servicio en la familia, en el trabajo, en la comunidad. Cada acto de servicio, con y por amor manifiesta la presencia del Reino de Dios.
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