
La figura de los magos representa la adoración a ese Niño-Dios, del que reconocen su reinado sobre la humanidad. Una humanidad que necesita salvarse liberándose de la esclavitud del pecado. Y un Niño-Dios que nace y viene a este mundo a redimirla.
También, esa marcha de búsqueda de los reyes, ejemplariza la necesidad que también tenemos todos de salir en búsqueda de ese Reino de Dios que tiene su comienzo en este mundo desde Belén. Y ofrecerle nuestros regalos postrándonos ante Él.
Regalos de dar nuestra vida – todo lo que en ella hemos recibido – para el bien de los más necesitados y pobres. Caridad, oración y sacrificio, que esos tres magos de Oriente ofrecen al Niño, también nosotros debemos de tener presente en nuestra vida.
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