La experiencia, también nos dice que cuando la vida se nos presenta fácil y sin problemas – ausencia de dolor – tendemos a endiosarnos y prescindir de Dios. Y eso nos aleja del único camino que nos lleva a la Verdad y a la búsqueda de esa felicidad eterna que buscamos.

En un mundo finito, en el que vivimos, la muerte nos señala el final del camino y la hora del momento más glorioso de nuestra vida. Es el encuentro con la Verdad y el resultado de cómo hemos gastado y consumido nuestro tiempo.¿ Lo hemos vivido con amor o con egoísmo?

Nuestra salvación se esconde en nuestras propias imperfecciones y pecados. Darnos cuenta de ello y reconocernos pecadores, lo hacemos al empezar cada Eucaristía, es el primer paso para entrar en relación con nuestro Señor Jesús, mediador y salvador de nuestra esclavitud y pecados.