sábado, 13 de agosto de 2022

PENSAMIENTOS EN EL CALOR DE LA NOCHE

Para creer y obedecer, primero, hay que abajarse, ser humilde y confiar en nuestro Padre Dios. Y eso solo lo puedes hacer recuperando ese corazón de niño que tuviste en tu infancia y adolescencia. Un corazón dócil, obediente y confiado en tu Padre Dios.

Quiero, Señor, emprender una nueva vida. Una vida siguiendo tus pasos, tus enseñanzas y conforme a tu Palabra. Una vida donde, Tú, seas mi Señor, y yo tu siervo fiel a tu Palabra. Una vida donde mi prioridad sea tu Palabra y Voluntad. Amén.

Mientras no experimentemos la necesidad de un Padre Dios que nos salve y nos dé eso que afanosamente buscamos, la felicidad, no seremos como niños que necesitan todo de sus padres. Lo mismo ocurre ahora, necesitamos considerarnos hijos de Dios.

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