Nuestro destino no
termina en esta vida. Hay otra, quieras o no. Y cuando llegue esa hora – tu
hora – de nada te vale todo lo que acumules en este mundo que no sea amor. Porque,
sólo el amor que hayas sido capaz de dar gratuitamente tendrá valor delante de
tu Padre Dios.
Será un gran error
esconderte en tus apariencias, porque, recuerda, no engañas a nadie, te engañas
tú mismo. Dios te conoce y sabe de tus cualidades y defectos, es tu Padre y te
ama misericordiosamente. Por tanto, muéstrate tal eres y acepta su
Misericordia.
De modo que lo único y verdaderamente importante es el amor. Por Amor Misericordioso hemos sido creados, y por ese mismo Amor seremos salvados. Todo lo demás se convierten en medios para compartirlos y ponerlos en función de ese Amor. Lo demás es insensatez de nuestras propias pasiones y pecados.
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