No es cuestión de
heroicidades, ni de hazañas espectaculares. La cosa es más sencilla, pero no,
por eso más fácil. Se trata de estar atentos, en escucha constante a la Palabra
de Dios. Será ella la que nos ayude a mantenernos en espera y preparados.
Señor, esas son
mis penas y tristezas, mis pecados. Pero, también mis alegrías, porque sé que
Tú me quieres y me perdonas. Y esa es mi lucha, Señor, la de serte fiel cada
instante de mi vida. Fiel a tu Palabra y Voluntad. Es eso lo que te pido cada momento
de mi vida.
Porque, la cuestión no es cosa de casualidad, de suerte o de coincidencia. La cuestión es de encuentro, de relación, de constante contacto y oración para vivir de acuerdo con su Voluntad desde su Amor Misericordioso. Es esa la actitud de espera que debemos sostener en nuestra vida. Y que cuando Él lo decida nos encuentre en espera y con la lámpara de nuestra vida encendida y nuestra alcuza con suficiente aceite.
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