No es cuestión de
desesperarse ni de apresurarse. Todo necesita y lleva su tiempo. También la oba
de Dios en nosotros. Así, de esa manera lo ha dispuesto Dios. Y del mismo modo
que madura la fruta, asida a la rama del árbol, también nos ocurre a nosotros,
asidos a la mano de Dios.
Señor, sabes que
la única luz que ansío y quiero es la que viene de Ti. No me sirve otra para
iluminar mi vida y encontrar el verdadero camino que da sentido a mi vida. Sólo
Tú, mi Señor, eres la Luz que ilumina y da sentido y esperanza a mi vida.
Gracias, Señor.
Nuestra mirada es
turbia, emborronada y nos impide ver con claridad. Prisioneros de nuestros
pecados, la realidad que ven nuestros ojos se distorsiona y nos traiciona,
hasta el punto de que justificamos lo injustificable. Sólo desde una mirada
limpia, venida de la mano de Dios, podemos ver con claridad la realidad de
nuestro mundo y, desde Él en y con Él, tratar de limpiarlo según su Voluntad.
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