Sabemos —y la experiencia lo confirma— que nadie es profeta
en su tierra. Jesús no fue escuchado ni
aceptado por los suyos. Fue exigido a demostrar su gloria.
Ese es mi deseo, Señor, ser como Tú. Pero, Tú sabes
que sin Ti no lo puedo conseguir. Dame, Señor, tu Fuerza y Humildad para
quedarme el último en las cosas de este mundo, poniéndome primero en el
servicio. 
Hoy pasa lo mismo. Muchos oyen hablar de Él, pero lo
ignoran. Su Palabra es rechazada, ignorada, y no se tiene en cuenta. Sin
embargo, en ella está la salvación que el mundo necesita.
 
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