Quizás, en muchos
momentos, cuando hay verdadero amor, es preferible un silencio valiente antes
que dar rienda suelta a un despecho violento.
Señor, enséñame a donarme gratuitamente y en libertad. Igual que Tú, mi
Señor, te me has dado gratuitamente y respetando libremente mi libertad. Y dame
la Gracia de ponerme en tus manos sin condiciones. Amén.
La vida, sobre todo Dios, pone las cosas en su sitio. Nos acompaña, nos conforta y nos pone en la senda de la verdad. Más tarde, con el tiempo, descubrimos que el verdadero camino era ese.
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