Cada cosa tiene su momento y su atención. No se puede estar pasivo cuando el momento exige actividad y movimiento. Las cosas no se ponen en su sitio, ni se hacen solas. Necesitan trabajo y servicio para disponer de cada una y utilizarla según se deba y valga.
Pero, también, las cosas se utilizan para el bien común y para el beneficio de todos cuando se conocen y se sabe donde, cómo y cuando deben ser aprovechadas y utilizadas. Por eso, tanto el servicio como la escucha atenta al conocimiento son compatibles y necesarios.
Eso evidencia el pasaje de Marta y María. Era momento para la escucha, porque la Palabra estaba presente y porque cada cosa tiene su hora. Quizás Marta no supo poner cada cosa en su lugar.
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