Dejamos de ser humildes cuando empezamos a confiar en nuestras propias fuerzas. Porque por muy fuerte que nos sintamos, nuestra naturaleza está tocada, herida y a merced del demonio que nos persigue y aprovecha cada debilidad en nuestro camino.
No es cuestión de caminar solos porque de esa forma estamos perdidos. Tenemos la asistencia y la ayuda del Espíritu Santo, pero también, dentro de unas horas celebramos la presencia de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, que nos ayudan y nos protegen.
Sobre todo el arcángel Miguel que nos protege contra el peligro y amenaza del Maligno.
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