lunes, 4 de mayo de 2015




Se nos olvidan las cosas, no sólo las buenas sino, gracias a Dios, también las malas. Por eso es bueno tener a alguien que nos las recuerde. El Espíritu Santo nos acompaña, no enseña y nos recuerda aquello que Jesús nos ha dicho.

Lo malo conviene recordarlo para evitarlo en el presente, y lo bueno para ponerlo en práctica y vivirlo tal y como nos impulsa el Espíritu de Dios.


Porque tenemos un guía que nos señala el camino y nos indica, en cada situación, la actitud y el criterio que debemos tomar.

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