En la
vida necesitas caminar para salir al encuentro de aquel que te espera y quiere
ofrecerte, por amor, la salvación. Si no respondes a su llamada, no conseguirás
encontrarte con Él, y menos conseguir lo que quiere darte, la salvación eterna.
Necesitas,
y necesitamos todos, ponerte en camino. Y eso significa abrir tu corazón y, en
el Espíritu Santo, esforzarte por perdonar, no odiar, darte generosamente,
abrirte al servicio a los demás y amar.
Pero, sobre todo, vivir encarnado en la
Palabra de Dios e injertado en su Espíritu. Para eso necesitas escucharle,
comer su Cuerpo, pedirle perdón y estar en relación con Él todos los días, es
decir, orar.
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