martes, 12 de enero de 2016



Jesús se rebajó de su condición Divina. No la utilizó para aprovecharse, ni para destacar o lucirse. La utilizó para cumplir su Misión, la de anunciar el Reino de Dios. Y eso le obligó en algunos momentos a, en el Espíritu Santo, y por su Gracia, alterar la naturaleza natural y humana.

Era un Hombre exactamente igual a nosotros, menos en el pecado. Sufrió, sintió sed y hambre, sudó hasta sangre en algunos momentos, y aceptó el castigo, que le fue infringido injustamente, hasta causarle la muerte.

Quiso tomar la naturaleza humana, parecerse al hombre, para hablarle, al hombre, de Dios. Quiso vivir como un hombre para acercarles a todos los hombres el Rostro de Dios y su locura de Amor. Y entregó su Vida para rescatarlo de la esclavitud y muerte del pecado.

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