El hombre cuando tiene la
oportunidad de apoderarse del tesoro, lo guarda, lo esconde y no lo quiere
compartir. Y cuando experimenta la tentación de tomar lo que no es suyo,
difícilmente se resiste y lo toma. Es lo que está ocurriendo en muchas partes
del mundo. Sobre todo en el ámbito político.
De la misma manera, proclamar
la Buena Noticia de Salvación exige renuncias, desprendimiento y gratuidad. Y
eso parece que está en contradicción con los valores del mundo, que aplica la
ley de tanto tienes, tanto vales. Te doy esto a cambio de lo otro.
Por lo tanto, buscar obreros que vivan esos valores y
lo proclamen es tarea ardua y difícil. Porque el hombre, esclavizado por su
egoísmo, se experimenta atado aunque no lo perciba. Y ciego y encadenado no
encuentra el verdadero camino que le lleva a su única y verdadera aspiración:
La Vida Eterna que Jesús, en nombre del Padre le ofrece.
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