La huella que el hombre descubre en su corazón le impulsa a
pensar no sólo de una forma, sino en la esperanza de que haya otra vida que se
prolongará en el Reino de Dios. Y será Vida Plena y Eterna. Y no sólo que lo
experimentamos y sentimos dentro de nosotros, sino que nos lo revela Jesús.
Y Jesús no es un cualquiera, sino que se presenta como el
único y verdadero Hijo de Dios. Y lo que nos dice encuentra eco y sintonía en
nuestro corazón. Realmente, el hombre busca la vida eterna y feliz. Pero, Jesús
va más lejos, nos la propone y no da testimonio de su Poder. Él es ese Reino
del otro mundo que había experimentado que existía y esperábamos.
Y nos lo revela
enviado por su Padre, que nos descubre, en Jesús, su locura de Amor por
salvarnos y darnos esa felicidad plena y eterna. Felicidad que se refleja en el
triunfo de Jesús sobre la muerte. Su Resurrección es el fundamento de que de Él
nos podemos fiar. Verdaderamente, Jesús es el Reino de Dios que esperábamos.
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