viernes, 1 de julio de 2016



Si alguien cree en alguien, el sentido común es que viva según las indicaciones de ese alguien. Si alguien se fía y tiene confianza en alguien, el sentido común es que le dejará la responsabilidad de dirigir lo que le ha encomendado. ¿Cómo es posible entonces decir que creo en Dios y luego vivir según mis propios valores e intereses?

No parecen coherentes las confesiones de muchos de nosotros, y, sin embargo, pedimos coherencia a otros en el ámbito político, de justicia, empresarial, sanitario…etc. ¿Acaso no nos corresponde a nosotros también hacer lo mismo respecto a nuestra fe? ¿Creemos o realmente no creemos? ¿Fríos o calientes?

¿Nuestra vida se esfuerza en responder a ese compromiso bautismal que hemos contraído en nuestro Bautismo? Esa es la pregunta que debemos hacernos y también esforzarnos en darle respuesta. Otra cosa que nos confesemos pecadores, débiles y frágiles. El Señor sabe de qué pasta estamos hechos, y no nos pide sino que le reconozcamos como Salvador nuestro.

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