Los adelantos y progresos del
mundo ensoberbecen al hombre. Se cree capacitado para dirigir su propio destino
y construye su torre de Babel. Y rechaza la presencia de Dios. Se dice no
necesitarla y se cierra a toda sabiduría que venga de lo alto.
Es de sentido común que Dios
revele su sabiduría a los pequeños, pues los que se creen grande la rechazan.
Por lo tanto, la oculta a sabios e inteligentes entregándosela a los sencillos,
humildes y pobres, pues son los que están abiertos a recibirla.
Son los pobres los que, necesitados de todo, se
abandonan en los brazos de su Padre Dios y abren sus corazones a su Sabiduría.
En Él buscan el descanso, la paz y la esperanza de encontrar la verdadera
Sabiduría, el único y verdadero camino que les lleve a la Vida Eterna.
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