lunes, 1 de mayo de 2017

A lo nuestro, lo que tenemos a nuestro alcance y conocemos desde siempre no le damos valor. Es a lo que nos ofrecen de otro lugar y a los que no conocemos los que  valoramos. Sucede así. Jesús era del pueblo, conocido desde pequeño, y nada nos podía decir. Era el hijo del carpintero.

Sería difícil escucharle y darle crédito a sus Palabras. Pero es que nos pasa a nosotros igual. Necesitamos mucha humildad para abajarnos y prestar atención a lo que nos dicen personas muy próximas a nosotros. Nos cuesta enormemente prestarle atención.

Lo mejor será pedir humildemente al Espíritu Santo que nos ayude a prestar atención a todos y respetar toda palabra que vaya llena de sentido común y den muestras de que derraman amor sin condiciones. Lo mejor será dejar entrar al Espíritu Santo en nuestro corazón y tratar de seguir lo que nos dice. Y ahora nos dice que tengamos fe.

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