Sin embargo, eso ocurre, pero muchos no se dan cuenta; otros
lo ignoran y otros tapan sus oídos y miran para otro lado. No se entiende que
teniendo delante de sus propios ojos la salvación, la desdeñen con total
indiferencia y necedad.
Muchos tratan de encontrar una solución que esté de acuerdo
con sus ideas y puedan comprender y abarcar. E incluso hasta manejar. Se cierra
a la fe y a la confianza en las Palabras de Jesús. Lo tratan de loco y lo
rechazan. Les parece un lenguaje duro y disparatado.
Buscan un Dios que
los salve, y luego, quieren un Dios que puedan entender. ¿Acaso quieren un Dios
al que ellos se puedan igualar? Porque, para entenderlo hay que estar a la
misma altura. Todavía está vigente la torre de Babel.
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