Cuando el hombre no sabe dónde ir, su camino es borroso, dubitativo
y sin esperanza. Anda perdido y sin rumbo, y su vida pierde todo sentido. Es
más, no se puede entender su existencia, pues sin caminos no se sabe a dónde se
va. Y eso es lo mismo que decir que está anulado o loco.
Es, pues, vital encontrar el sentido de tu vida y la meta a
la que te diriges. No puedes caminas sin tener trazado un camino y una meta. Y,
en ese andar, el hombre descubre que busca la felicidad eterna. Esa es su meta
y el destino de su viaje. Quiere ser feliz y eterno. ¿Pero cómo?
Posiblemente, muchos
no lo sepan; otros lo buscan por sí solos; otros han oído que hay un camino.
Pero, pocos son los que, no sólo han oído que Alguien ha venido para enseñarnos
ese Camino. Y, primero, lo ha recorrido Él, para enseñárnoslo. Y lo hace con su
Palabra y su Vida. Ahora, nosotros, si queremos encontrarlo tendremos que
también recorrerlo acompañados de Él.
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Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.