sábado, 24 de junio de 2017

El acontecimiento de Isabel, la prima de María, fue un hecho prodigioso. Imaginar la cara de todos los que pudieron observarlo y vivirlo en su propia vida, tuvo que ser extraordinario. Y suponemos que aquellas personas quedarían tocadas por el Poder de Dios.

Nosotros no somos menos afortunados. Porque tenemos el testimonio de la Iglesia y la tradición de la Palabra que se nos revela en el Hijo, que vivió aquel acontecimiento ya dentro del seno de su Madre, y que su presencia llenó de alegría y sobresaltó a su primo Juan dentro del de la suya.

Y conocemos las Palabras de Jesús al exaltar a Juan como el hombre más grande nacido de mujer –Lc 7, 28-. Pero, quizás nuestra reflexión vaya por otro camino. ¿Es nuestra fe firme hasta el punto de confiar en el Señor y su Poder respecto a cambiar las leyes naturales u otra cosa? ¿Y eso nos anima a caminar confiados en su Palabra?

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