miércoles, 14 de junio de 2017

Muchos hombres se empeñan en aplicar la ley según la letra, y, aunque eso sea correcto, no debe excluirse el espíritu de esa letra que va más allá de ella y está contenida en el corazón humano. Porque, lo que importa es la intención y también, como antes decíamos, la voluntariedad.

Gracias a ese Espíritu de Misericordia, el hombre se experimenta salvado por el Amor del Padre. Jesús, el Hijo, enviado para transmitirnos esa Buena Noticia, ha pagado, con su muerte libremente aceptada, por nuestro rescate. Y el Padre lo ha aceptado.

Sin merecernos tal perdón, por amor hemos sido perdonados y salvados. De la misma forma, nuestra ley debe ser misericordiosa y, a pesar de sus consecuencias y castigo, debemos estar en actitud de perdonar y amar. Sobre todo al enemigo.

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