jueves, 22 de junio de 2017

Ponernos en lugar de otro nos enseña a comprenderlo y a saber perdonar. Porque cuando experimentamos injusticias tratamos de resistirnos y de luchar contra ellas. Comprendemos que no estaría bien derivarla sobre otros, pues si no la queremos para nosotros, ¿cómo podemos quererlas para otros?

Y, a la hora de pedir justicia, debemos tener en cuenta que, no sólo debe importarnos nuestro bienestar, sino también el bienestar de los demás. Porque, pedimos al mismo Padre, y es Padre de todos. Y eso nos hace hermanos. Por lo tanto, debemos amarnos y perdonarnos.

Y no podremos presentarnos delante de nuestro Padre, si antes no hemos procurado defender a los más pequeños y necesitados, y, sobre todo, perdonar a los que nos han hecho mal. Porque en la medida que perdonemos, así también seremos perdonados por nuestro Padre.

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