miércoles, 16 de agosto de 2017

Cuando pasamos de puntilla y escondemos la cabeza o miramos para otro lado, experimentamos que no hemos hecho bien. Sabemos que tenemos que denunciar y corregir lo que creemos que no está bien. Es de sentido común hacerlo como ciudadano si observamos que algo se hace en perjuicio de todos, pues es un derecho y deber cívico.

Sin embargo, hay circunstancias que te eximen, pues sabes que tu voz no va a ser escuchada y es provocada para aniquilarte o destruirte. Diferente será que te ataquen y quieran de ti que renuncies a tu fe y te avengas a lo que ellos desean. De todos modos, la prudencia te señala el camino a tomar.

De cualquier modo, siempre debemos de estar vigilante y atentos para reprender fraternalmente, no sólo al hermano en la fe, sino a todo aquel que hace una acción justa de reprimenda o corrección. Porque, silenciarnos nos hace cómplice.

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