viernes, 11 de agosto de 2017

En el Evangelio de hoy, Jesús nos lo deja muy claro. Quien trata de ganar su vida la perderá, porque el dinero, la fama, el honor, sexo y diversiones son codas huecas que no dejan huellas. Igual que nacen, desaparecen. La vida tiene otro sentido, y su plenitud es el amor.

Eso no es algo que hay que adquirir, sino descubrir, pues está acrisolado a fuego en nuestros corazones. Somos semejantes a Dios y en nuestro ADN espiritual está sellado ese trípode: felicidad – eternidad y amor. Todos queremos buscar esa trilogía, pero nuestra debilidad nos lo impide, y tratar de buscarlo sin la ayuda del Espíritu Santo es un grave error.

Al final tu vida será lo que tú le vayas dando. Si se trata de hartarla de satisfacciones y placeres, eso tendrá, pero ten en cuenta que eso no es eterno y desaparecerá igual que ha aparecido. Sólo te quedará el remordimiento de la debilidad y la esclavitud. Y el vicio de hacer algo que no es para tu bien. Experimentarás esclavitud en lugar de libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.