La célula de la familia son los esposos. Dos esposos, marido
y mujer, que sean fieles a su compromiso de amor, transmitirán a sus hijos ese
compromiso y se perpetuaran en el tiempo esos valores transmitidos. Está muy
claro que todo se cuece en el seno familiar, porque los hijos imitan a sus padres,
y también a sus vecinos, amigos.
De alguna manera experimentamos que somos hijos de nuestros
ambientes. Y de vivir en ambientes que se transmitan la verdad, la justicia,
los valores de la libertad, el respeto, la solidaridad y la igualdad de oportunidades,
los pueblos reflejaran lo que vivan sus habitantes. Por lo tanto, esa debe ser
la prioridad de todos los gobiernos que se precien de ser buenos e inteligentes
gobernantes.
Si a todo esto
añadimos que los esposos son creyentes y comprometidos, según su compromiso de
Bautismo, todo va sobre rueda. Porque, la Voluntad de Dios es que los hombres y
mujeres se amen y vivan en su Palabra. Palabra que nos mueve al verdadero Amor
y Perdón, donde están contenidos todos estos valores.
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