En la medida que tu compromiso se activa y se compromete,
valga la redundancia, irás advirtiendo que actividades haces mejor, y, también,
cuales sirven mejor a los demás. Entonces irás descubriendo cuales son las
semillas que tú corazón debe acoger, cultivar y, bien abonadas, sembrarlas.
Con el tiempo tu labor irá fructificando y dando esos frutos
que mejoren el mundo en el que vivimos. Unos frutos que, estando tu árbol
injertado en el Señor Jesús, dará los frutos más hermosos y buenos que servirán
para que otros alivien su vida y, con tu testimonio, descubran también sus
semillas.
Es bueno orientar las
orejas y despertar los oídos. Estar atentos y disponibles para recibir y
responder a la llamada de invitación a participar en la Viña del Señor. Tu
trabajo hace falta. Si el Señor te ha creado es porque también te ha mandado
una misión. Una misión que hoy te reclama y con la que tú puedes ayudar a que el
mundo sea el verdadero Reino de Dios.
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Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.