domingo, 15 de octubre de 2017

Cuando pensamos en alguna persona conocida y concreta nos la imaginamos de una forma ya preconcebida. Nos sorprendería verla vestida de otra forma a la que nuestra vista se ha acostumbrado. Su imagen está dentro de nuestra retina y no la concebimos de otra forma. Nos extrañaría y hasta nos costaría reconocerla. Para cambiar por unas horas está los carnavales.

Cada cual tiene su propio vestido, pero, quizás ese vestido no nos vale para asistir al Banquete al que Dios nos ha invitado. Posiblemente, necesitaremos otra clase de vestido. Se trata del vestido de la humildad, de la misericordia, del arrepentimiento. No nos vale ir vestido con nuestra soberbia, con nuestra suficiencia, con nuestros egoísmos e intereses. Hay que despojarse y revestirse del vestido del amor.

Quizás sea eso lo que nos confunda. No podemos entrar al banquete con nuestras propias ideas. Ideas contaminadas por nuestra naturaleza humana, débil y pecadora. Ideas de vivir según nuestras propias convicciones e intereses. Se trata de vaciarnos de todas ellas y, dejadas en la puerta, disponernos a ser revestido de la Vida de la Gracia según la Palabra de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.