El espíritu de la ley es lo que realmente importa, pero, aun
así, por encima de la ley está el amor y la misericordia. Por el Amor de Dios y
por su Infinita Misericordia estamos salvados. No nos lo merecemos, pero nos
salva la Misericordia de Dios. Y nos salva en la medida que nosotros
correspondamos de la misma forma con nuestro prójimo.
Eso es lo que prima en nuestras relaciones. Si bien hay una
tradición y costumbres que no está mal cumplirla, no deben ser nunca óbice para
enfrentarnos y juzgarnos, separándonos y enfrentándonos. Y eso,
lamentablemente, es lo que sucede a menudo.
Escuchemos hoy la voz
del Señor que nos habla directamente a nuestro corazón. No se trata de tener
limpio lo de afuera, ni de dar brillo a nuestras apariencias. Se trata de
presentarnos tal y como somos y cuidar mucho lo de dentro, nuestro corazón.
Tratar de que lata al mismo ritmo del Señor es la única y verdadera actitud que
debemos cuidar que no desfallezca y se incumpla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.