martes, 17 de octubre de 2017

El espíritu de la ley es lo que realmente importa, pero, aun así, por encima de la ley está el amor y la misericordia. Por el Amor de Dios y por su Infinita Misericordia estamos salvados. No nos lo merecemos, pero nos salva la Misericordia de Dios. Y nos salva en la medida que nosotros correspondamos de la misma forma con nuestro prójimo.

Eso es lo que prima en nuestras relaciones. Si bien hay una tradición y costumbres que no está mal cumplirla, no deben ser nunca óbice para enfrentarnos y juzgarnos, separándonos y enfrentándonos. Y eso, lamentablemente, es lo que sucede a menudo.

Escuchemos hoy la voz del Señor que nos habla directamente a nuestro corazón. No se trata de tener limpio lo de afuera, ni de dar brillo a nuestras apariencias. Se trata de presentarnos tal y como somos y cuidar mucho lo de dentro, nuestro corazón. Tratar de que lata al mismo ritmo del Señor es la única y verdadera actitud que debemos cuidar que no desfallezca y se incumpla.

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