sábado, 7 de octubre de 2017

María vivía en esa esperanza de salvación que todo hombre experimenta. Pero, María, creía profundamente y estaba abierta a la acción de Dios. En esa actitud, Dios la eligió para que fuese su Madre, y María, creyó y acepto el reto de ser su esclava y vivir en su Voluntad.

La pregunta es muy simple: ¿Aceptamos también nosotros la llamada del Señor que comienza en nuestro Bautismo? ¿Creemos que Jesús nos llama y que, en Él, podemos experimentar nuestra salvación? Salvación que consiste en liberarnos de las esclavitudes que nos somete el pecado en este mundo

Porque no somos libres. Tenemos muchos apegos, dependencias, sometimientos, y responsabilidades que nos obligan a veces a actuar contra la verdad. Y muchas flaquezas que nos impiden ser como realmente queremos ser. Experimentar eso es tomar conciencia de que sólo en el Señor podemos alcanzar la verdadera libertad.

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