martes, 28 de noviembre de 2017

El Señor nos quiere tanto que nos da pista. Nos advierte que el camino es adverso. Vendrán días de tormentas, de cataclismos, de terremotos, de guerras, de confusiones, de seducciones y de muchos que tratarán de engañarnos y confundirnos. Y eso lo estamos viviendo. Quizás cada día más.

El mundo parece que camina hacia su propia destrucción. Cada día el odio y la venganza; el egoísmo y la ambición provocan en los hombres enfrentamientos. Y las naciones se predisponen a la lucha y a la destrucción por el poder y las riquezas. Ante todo esto que vamos viviendo y presenciando, el Señor nos tranquiliza y nos dice que no es el final.

Primero tendrá que suceder todo esto, y el Señor llegará repentinamente como un rayo fulgurante, sin avisar y sin saber ni el día ni la hora. Todo esto nos advierte a estar vigilantes y preparados. La parábola de las diez vírgenes de haces días nos descubre todo esto que el Señor nos revela. Estemos preparados porque no sabemos el día ni la hora. Creamos en su Palabra y perseveremos.

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