Realmente, el mundo nos vuelve necio, y nos hace creer que
somos fuertes y poderosos. Nos pinta la vida del color que nos gustaría a
nosotros y nos seduce con sus luces, sus falsas promesas y todo tipo de
artilugios que nos arrastran a un mundo de colores, de fantasía y de
espejismos.
Somos reo de su complot y caemos en su trampa. El Maligno
sabe donde está nuestra debilidad y nos ataca con nuestros deseos de pan, de
riquezas y de poder. Son las tentaciones que el mismo Jesús sufrió en el
desierto. Nos ocurre lo mismo a nosotros en el mundo.
Pero, Jesús las
venció y nos marcó el camino a seguir. Él es precisamente el Camino, la Verdad
y la Vida. Nadie va al Padre, sino por Mí. Por eso, estando en el mundo no
perteneces al mundo. Tu Referencia, tu Luz, tu Camino es Jesús. Con Él el
Maligno está vencido y podrás superar todas las tentaciones. Nuestra meta es la
Resurrección.
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