El nacimiento de Juan estaba también anunciado y, a pesar de
ser costumbre por tradición ponerles a los hijos el nombre de su padre, Juan,
al que le correspondía llamarle Zacarías como su padre, fue llamado Juan,
porque así Dios lo había elegido para que preparara el camino de su Hijo.
Y todo sucedió como estaba previsto y Juan cumplió la misión
de preparar el camino al Señor. A ese Señor que él anunciaba y al que no era
digno de desatar la correa de su sandalia. Y llegado ese momento, Juan se
aparta y deja ya al Señor, el Mesías prometido, para que realice su obra de
salvación.
También nosotros
debemos retirar nuestros proyectos y planes para que sea el Espíritu Santo,
recibido en nuestro Bautizo, quien nos dirija y nos prepare para dar testimonio
con nuestra vida y palabra de ese mensaje, la Buena Noticia de salvación.
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