jueves, 14 de diciembre de 2017

Hay muchas oportunidades en la vida que las dejamos pasar. Pensamos en mejorar y eso pasa por preocuparnos solamente de nuestros problemas. A la hora de pedir pensamos en nosotros y, si sobra algo, en los demás. Y tenemos un tesoro que quizás no vemos y lo desperdiciamos.

Las dificultades y enfermedades, que vienen solas directa o indirectamente se convierten en rechazos y protestas contra el Señor. Según nos vaya le aceptamos o le rechazamos. O, ni una cosa ni otra, sino simplemente nos alejamos. La cuestión es, ¿por qué no utilizamos esos acontecimientos de nuestra vida para santificarnos y purificarnos confiando en el Señor?

¿Acaso no nos acompaña? ¿Acaso se ha olvidado de nosotros? ¿Acaso no nos ofrece la salvación eterna? ¿Y no nos señala, a través de Juan el camino? ¿No nos ha dicho que Él es el Camino, la Verdad y la Vida? ¿No nos ha dado prueba de su verdadero amor? ¿No ha Resucitado y nos ha prometido que nosotros también lo haremos en Él? ¿No tiene Palabra de Vida Eterna?

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