El Evangelio de hoy nos habla del encuentro de los pastores
con el Niño del que le habían hablado los ángeles. Y compartieron todo lo que
habían escuchado al encontrarlo. Su Madre, María, guardaba todas estas cosas y
las reflexionaba en su corazón. ¿También meditamos nosotros?
Al escuchar la Palabra de Dios y todo lo que va sucediendo
en torno al nacimiento y posterior vida de Jesús, ¿me suscita inquietud y
búsqueda respecto a lo que se dice de aquel Niño? Y, guardando esas cosas, como
María, ¿trato de reflexionarlas y darle respuesta?
¿O por el contrario,
las oigo y paso indiferente por ellas, sin inquietarme ni ocasionarme ninguna
inquietud ni deseos de búsqueda y respuesta? ¿No me dice nada ese nacimiento
del Niño Dios en Belén? ¿Presencio distraído su nacimiento sin importarme su
Mensaje ni significar nada para mí? ¿Creo que en el mundo en que vivo encuentro
las respuestas que busco?
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