Jesús marca la ruta de su
camino y nos descubre lo importante y fundamental de su misión. Todo no
consiste en proclamar, que, aunque es muy necesario, necesita un apoyo en los
movimientos que de ti se desprende cada día. La Palabra tendrá que igualarse
con las obras.
No se puede ser sin hacer. Es
imprescindible hacer según se dice, para que las palabras salidas de tu boca se
correspondan con las obras realizadas en tu vida. Jesús enseña en la sinagoga,
pero luego su vida se hace también palabra en los demás. Cura y se compadece de
todos aquellos que le buscan y le necesitan.
Por todo ello, debemos medir bien nuestras palabras y
ajustar nuestra vida a ellas. Según lo que dices debes de hacer. No digas si no
haces. Y si hablas de Jesús, trata y esfuérzate en vivir como Jesús en la
actitud constante de imitarle. Advierte y descubre que no estás solo. El
Espíritu Santo te auxilia y te fortalece.
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