lunes, 27 de agosto de 2018

No podemos dar frutos si nuestra palabra es diferente a nuestra vida. Se trata de coordinar palabra y vida y de que ambas vayan unidas y en íntima relación. Es entonces cuando los frutos tendrán abono y tierra de cultivo y habrá cosecha. De otra manera no se podrán dar.

No podemos separar nuestra palabra de nuestra vida, porque entonces no hablamos en verdad sino en apariencias. Y esa es la máscara de los hipócritas que dicen pero no hacen. Mejor callar que decir y no hacer, porque si decimos y no hacemos podemos levantar murallas para que otros no lleguen al Señor.

Por todo ello, es bueno ser prudente y tratar de proclamar aquellos que estamos dispuestos a vivir, y pedir para que, poco a poco, nuestra palabra vaya ajustándose a nuestra vida. De tal modo que todo lo que seamos capaces de decir también seamos capaces de vivirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.