El cristianismo es la fe en
Jesús, a quien se sigue con todas sus consecuencias. Él es el Camino, la Verdad
y la Vida y nos señala con sus pasos el camino a seguir también nosotros. Ese
es Jesús para mí, Aquel que me salva y ha bajado del Cielo enviado por el Padre
Dios. El Mesías e Hijo de Dios verdadero.
Seguir a Jesús me compromete
a realizar un culto determinado y a seguir unos mandatos que se concretan en
amar tal y como Él nos ha enseñado a amar. Pero, nunca nos deja solos sino que
nos acompaña y nos envía al Paráclito, Espíritu de la Verdad, que nos asiste y
nos auxilia.
Seguir a Jesús es confesarle y proclamarle con tu
palabra y con tu vida. Seguir a Jesús es ser testimonio, con tu esfuerzo y
exigencia, de ese amor que Él te ha dado y que tú también debes de dar a los
demás, incluso a los que te tratan mal. Seguir a Jesús es abandonarte en sus
Manos y confiar en su Misericordia.
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