miércoles, 12 de septiembre de 2018

Está claro que el mundo no es el lugar donde reina la paz y la felicidad. Quizás es una esperanza y un anhelo que el hombre de bien busca, pero se encuentra sin fuerza ni capacidad para lograrlo Necesita la Gracia de Dios para alcanzarla y esa inquietud le lleva a su encuentro.

Pronto, el hombre avispado que piensa y reflexiona, experimenta que en el mundo no está lo que busca, pero, sí, por el contrario, es el lugar donde encuentra el camino para alcanzar esa felicidad que busca. El mundo te da la oportunidad de amar y de darte a los demás, y ahí descubres que encuentras lo que tanto buscas.

Es cuestión de pararte y reflexionar. Todo lo que el mundo te ofrece termina por desaparecer. Es caduco y tal como aparece se desvanece. Es una felicidad transitoria e incompleta. Sin embargo, cuando te das, cuando eres capaz de compartir, cuando, desinteresadamente, te ofreces al otro, experimentas gozo y felicidad. Una felicidad que permanece y siempre te acompaña. Dios ha llegado a tu corazón.

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