domingo, 23 de diciembre de 2018


Por desgracia, la solidaridad no abunda. Al menos de forma desinteresada y disponible. Y menos gratuita. Sólo existe una posibilidad donde pueda darse esa actitud de servicio por amor, y todos sabemos dónde y quien lo hizo. Fue aquella noche previa a su Pasión.

Había venido a servir y así lo manifestó poco antes de ser condenado a morir crucificado. Los primeros sorprendidos fueron los apóstoles, sobre todo Pedro, que viendo que iba en serio  se entregó, no sólo a que le lavara los pies sino hasta la cabeza.

Y María empieza su camino de la misma manera. Anunciada su maternidad como Madre del Mesías, se pone en camino y sale en actitud de servicio y disponibilidad a servir a su prima Isabel. Ella, la Madre de Dios, sirviendo a su prima Isabel. Así la sorprendente respuesta de ella al saludo de María.

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