miércoles, 9 de enero de 2019


El camino nunca es llano del todo. Hay planicies, protuberancias, montículos, precipicios que ponen el camino en dificultad y peligro. Y no hay otra alternativa. La vida se presenta así y de esta forma tenemos que atrevernos a recorrerla.

Ahora, el hombre ante esas dificultades y peligro necesita ayuda. Y, en algunos momentos, hasta auxilio. Recorrer sólo el camino es un atrevimiento y una gran ignorancia. El hombre no puede enfrentarse a la vida, a su vida sólo con sus fuerzas. Necesita ayuda.

La gran diferencia radica en que un cristiano creyente siempre ante la tempestad y el peligro ve andar a Jesús sobre el agua y se llena de esperanza en que le salvará del peligro. Mientras que quien ha borrado a Jesús de su vida, se queda sólo ante el peligro.

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