lunes, 21 de enero de 2019

Resultado de imagen de Mc 2,18-22
La vida misma se encarga de ofrecernos los momentos de ayuno y de penitencia. Son esos momentos de oscuridad, de incertidumbre, de duda y de tribulación. Esos momentos exigen ayuno, penitencia y sacrificio para centrarnos en lo fundamental que es el Señor y su presencia.

Estando con el Señor la vida, aun dura y sufrida, se hace más llevadera, más suave y más soportable. Él es el único y verdadero camino y recorriéndolo con Él soportamos los malos momentos y las tribulaciones. En Él recobramos la paz y la alegría.

Él nos enseñó en el desierto las dificultades de la travesía y la preparación con el ayuno, la soledad, la oración y el sacrificio. Ese es el camino cuando las dificultades aparecen, pero sin dejar de tener conciencia que estamos con el Señor y en Él nos regocijamos y nos alegramos.

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