domingo, 3 de febrero de 2019

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Jesús es el Mesías prometido y sus paisanos que le conocen, pues no en vano ha estado treinta años viviendo en Nazaret, les extraña esa manifestación y, a pesar de estar asombrado y admirados de sus palabras, les señalan como el hijo de José y sorprendidos y extrañados de su sabiduría.

Se hace difícil, Jesús se los comenta, creer en una persona del mismo pueblo. Le exigen pruebas y que haga en su propio pueblo lo que ha hecho en otros. Son los suyos los que más le ponen dificultades y obstáculos a la fe.

Y Jesús les indica que no ha venido sólo para revelar el amor de su Padre a su propio pueblo, que ya de entrada le rechaza, sino también a los pueblos extranjeros. Tal es el caso, se los pone de ejemplo como esa viuda de Sarepta de Sidón y a ese Sirio Naamán.

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