domingo, 10 de marzo de 2019

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Cuando el hombre, presa de la desesperación porque siente hambre, es tentado, sus posibilidades de resistencia disminuyen. Es momento propicio que aprovecha el demonio para lanzar su oferta sabiendo que nuestras fuerzas están casi vencidas.

Son momentos duros donde se hace difícil negarse a convertir las piedras en pan y saciar nuestra hambre. El afán por tener cubiertas nuestras satisfacciones nos inclinan a desobedecer y a satisfacernos dejando a un lado nuestra fidelidad y compromiso.

De esta manera nos rendimos y nos abandonamos en las manos del poder y la gloria; de la fama y el éxito, terminando por adorar nuestras propias fuerzas y poder antes que a Dios. Nos sentimos tan fuertes que incluso nos creemos en disposición de probar hasta al mismo Dios. Jesús nos enseña a saber vencer y a contar con Él para conseguir el triunfo.

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